Desde hace siglos, la Semana Santa representa un tiempo de
recogimiento, muerte simbólica y renacimiento. Un pasaje profundo que atraviesa
dolor, entrega, silencio y luz.
Este año, las sincronías nos abrazan con una sorpresa: los kines del Tzolkin
acompañan este tránsito con una coherencia sagrada que invita al despertar.
Así como Jesús vivió su pasión, muerte y resurrección, cada
uno de nosotros recorre en estos días un camino interno. Y el calendario
sagrado maya —el Tzolkin— nos brinda las claves para ver este proceso con otros ojos…
Jueves Santo – 17 de abril de 2025
La Última Cena, el acto de amor, el servicio a los demás.
Kin 24 – Semilla Espectral Amarilla
“Disuelvo lo que me ata para florecer desde la esencia.”
Así como Jesús lavó los pies de sus discípulos, este día nos invita a soltar el
ego, romper estructuras, liberar. Es un llamado al florecimiento verdadero:
aquel que nace cuando servimos con humildad.
Viernes Santo – 18 de abril de 2025
La entrega. La cruz. El momento más humano y divino a la vez.
Kin 25 – Serpiente Cristal Roja
“Comparto mi pasión y mi verdad desde lo más vital.”
Hoy el Tzolkin nos pide abrazar nuestro cuerpo, nuestras emociones intensas, y
canalizarlas para el bien común. La cruz puede doler, pero también transforma.
Sábado Santo – 19
de abril de 2025
El silencio. El día en que todo parece en pausa.
Kin 26 – Enlazador de Mundos Cósmico Blanco
“El amor trasciende la forma y une todos los planos.”
En este día de aparente vacío, el Tzolkin nos recuerda que estamos entre
mundos. Que algo muere, sí, pero algo sagrado se está gestando.
Domingo de Pascua – 20 de abril de 2025
La Resurrección. La vida que renace con nueva luz.
Kin 27 – Mano Magnética Azul
“Inicio un nuevo ciclo de sanación.”
La Pascua de este año abre la Onda Encantada de la Mano, ¡y eso es pura
medicina! Es hora de cerrar heridas, tomar nuestra luz y salir a sanar con
nuestras propias manos. Resucitar es elegir vivir con propósito.
Esta Semana Santa, no solo recordemos un evento sagrado, transitémoslo
desde adentro. Que el Tzolkin nos revele que toda cruz puede ser redención y toda herida, una
puerta a la sanación. Porque el alma, igual que la semilla, florece tras romperse.
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